Paraguay no vive un boom artificial: atraviesa una transformación urbana necesaria
El artículo publicado por La Nación el 1º de agosto bajo el título “Rascacielos, crisis de vivienda y sospechas de lavado: el dinero argentino alimenta un boom de ladrillo en Paraguay” ofrece una mirada que, si bien llama la atención, refleja una perspectiva externa que no siempre logra captar la dinámica particular del contexto paraguayo.
Desde Argentina — y es comprensible — muchas veces se observa la región con lentes marcados por la volatilidad macroeconómica, la urgencia y la necesidad constante de adaptarse a contingencias. Pero en Paraguay, el 95% del tiempo nos dedicamos a trabajar, producir y construir, sin estar condicionados por crisis recurrentes. Tenemos un tipo de cambio frente al dólar que ha sido notablemente estable durante las últimas dos décadas, una inflación históricamente baja, y un entorno donde la previsibilidad y el trabajo a largo plazo son parte de la normalidad.
En ese marco, sugerir que los inversores eligen Paraguay como destino de dinero dudoso es, al menos, una simplificación injusta. Muchos de ellos — argentinos y también de Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Europa — valoran precisamente esa estabilidad, claridad y proyección que ofrece el país. Paraguay no es elegido como escape, sino como oportunidad.
No se trata de un boom: se trata de evolución urbana
Asunción y su área metropolitana concentran más del 70% del PIB del país, pero durante años su crecimiento fue horizontal, disperso y poco eficiente. Hoy, el desarrollo vertical — especialmente en zonas bien conectadas y con infraestructura — responde a una necesidad estructural: reducir tiempos de traslado, acercar a las personas a sus lugares de trabajo y estudio, y generar una ciudad más compacta y habitable. Esto no es una burbuja: es una transición urbana largamente postergada y cada vez más inevitable.
Confundir visibilidad con volumen: el error de mirar solo el ABC1
Además, es importante señalar que las imágenes que acompañan el artículo muestran edificios de alta gama, claramente dirigidos al segmento ABC1. Ese nicho, si bien muy visible y bien atendido, representa una porción menor del mercado. El 80% de la demanda actual se concentra en departamentos con valores entre 75.000 y 200.000 dólares, y precisamente allí está hoy enfocada la mayoría de los proyectos en ejecución. Se trata de un segmento donde la demanda es sostenida y concreta: las unidades de este rango de precio se alquilan en su totalidad al momento de la entrega, y suelen brindar una muy buena rentabilidad al inversor, lo cual confirma que existe un mercado real que las absorbe y las valoriza.
Hablar de “sobreoferta” sin distinguir segmentos es como decir que hay una crisis en el mercado de frutas en Paraguay porque, durante algunas semanas del año, miles de árboles se llenan de mangos maduros. Lo que hay es una sobreoferta puntual de mangos, no de frutas. Mientras tanto, la gente sigue comprando manzanas, bananas, peras… porque cada tipo de fruta — como cada tipo de propiedad — responde a diferentes necesidades y preferencias.
Del mismo modo, no todas las unidades inmobiliarias compiten entre sí. Hay desarrollos orientados a inversión, otros a vivienda permanente, algunos dirigidos a jóvenes profesionales, otros a familias. La clave no está en cuántos edificios se construyen, sino en a qué público apuntan y qué necesidades están satisfaciendo.
Ya vivimos este debate: el déjà vu de 2016
En 2016, cuando comenzaron a entregarse nuevos edificios corporativos en Asunción, muchos sostenían que la ciudad enfrentaría una sobreoferta estructural de oficinas y que eso afectaría gravemente la rentabilidad de los inversores.
En ese contexto, escribí una columna titulada “¿Existe una sobreoferta de oficinas corporativas en Asunción?”, donde planteaba una visión distinta: no estábamos ante una crisis, sino ante un proceso de transformación y profesionalización del mercado.
El tiempo confirmó ese análisis. Lejos de colapsar, el mercado evolucionó positivamente: se consolidaron zonas de alta demanda, subieron los estándares exigidos por los usuarios y Asunción reforzó su posicionamiento como plaza regional competitiva. Lo que muchos interpretaron como un exceso de oferta fue, en realidad, el punto de partida de una nueva etapa de calidad y especialización.
Hoy ocurre algo similar en el segmento residencial: no estamos frente a una burbuja ni a una crisis inminente, sino ante una etapa de maduración. Y, como entonces, los proyectos que entiendan el momento, que sumen valor real y que respondan a las nuevas demandas del consumidor, serán los que marquen la diferencia.
Densificación inteligente: la respuesta a un problema estructural
Asunción sufre las consecuencias de una urbanización dispersa y una movilidad urbana deficiente. Con una población metropolitana que supera los 2,3 millones de personas, el desarrollo inmobiliario bien ubicado es parte de la solución, no del problema. Promover la densificación cerca de centros laborales, educativos y comerciales mejora la calidad de vida, reduce la dependencia del automóvil y optimiza el uso del suelo urbano.
Lo verdaderamente problemático sería desincentivar esta evolución urbana necesaria. La construcción de viviendas en zonas centrales no solo es sostenible, sino indispensable para el futuro de una Asunción más conectada y eficiente.
Conclusión
Paraguay no es un paraíso de evasión ni un experimento inmobiliario improvisado. Es un país que, con estabilidad macroeconómica, reglas claras y bajo nivel de endeudamiento, está atrayendo inversiones legítimas y construyendo una ciudad capital que se moderniza.
El verdadero riesgo no es construir demasiado. Es construir sin propósito, sin entender al nuevo consumidor y sin contribuir al desarrollo urbano que Asunción necesita.
No estamos ante una burbuja: estamos ante un mercado que está aprendiendo a elegir mejor. Y eso, lejos de ser una amenaza, es una señal de madurez.
Publicado originalmente en: https://gonzalofaccas.medium.com/paraguay-no-vive-un-boom-artificial-atraviesa-una-transformaci%C3%B3n-urbana-necesaria-ddbee255a21f